martes, 11 de agosto de 2009

Para mi Océano, firmado por Letizia Lopreiato

Si escribiese de amor
escribiría de viento,
de aquel instante sutil
cuando una brisa
venida de un tiempo y lugar lejanos
te roza el alma,
sedante,
te deja continuar creyendo en la presencia de aquella luz,
de aquel aliento suspendido en el vacío de un abrazo nocturno.
Un beso de los labios cerrados,
una mirada prendida de una sonrisa.
Aquel espacio entre dos mitades perfectas,
aquel vórtice de energía que abruma,
que hiela y quema a la vez.
Es el momento que se pierde,
encadenados a las olas del océano,
una Andrómeda sacrificada al dios del mar,
un vellón de oro perdido y encontrado…
¿Hablamos de fábulas entonces?
De un cuento gótico.
¿De un amor imposible entre la leyenda y la realidad?
¿De que hablamos pues?
Hablamos de una poesía inconclusa.
De un momento nunca más buscado,
condenado por el dios del miedo,
a ser recordado.
A dormirse llorando.
A morir de amor en el deseo de revivir,
por un momento,
aquella perfección
nacida del encuentro entre el sol.
Y el mar.