sábado, 21 de noviembre de 2009

Delirio.

Consciente soy que la distancia me aleja de ti en el espacio y a la vez, me diferencia en el horario. Esto me provoca expectación por si existe una mínima posibilidad de encontrarte como antes; me hace buscarte en cualquier parte, esperarte sin reloj, agranda mis ganas de verte, de sentirte, de mirarte, mi necesidad de ti se expande como el espacio.
A veces quiero escapar de aquí, salir de esta tierra ajena, lejana y fría. Me ilusiono con la posibilidad de saltar y volar como si estuviera en el cuento de Peter Pan. Impulsarme hasta el cielo y la tercera nube a la derecha directo a tu sofá, a tu terraza, a tu estancia, a tu presencia. Renuevo en este cuento nuestras conversaciones bajo la luz de esos focos que son las estrellas en la noche, de las sombras de los portales que genera la brillante luna, de la intimidad que proporciona Madrid en la medianoche. La posibilidad imposible de que “Nunca Jamás” me alejaré de ti pues no hubo decisiones previas. Al final paso la última página y cierro el libro. Solo un cuento puedes ser.
Otras veces, cuando el sol cae para dar relevo a la luna, en ese instante donde se toca con la tierra dividiéndolo por la mitad, compartiéndolo con tu lado del mundo; gustaría de ser un gran pintor, agarrar un pincel y disfrutar de la paleta de colores que me proporciona el firmamento. Éste ofrece tonalidades de rojos, naranjas, violetas y azules, mezclados con el blanco de las nubes. Poder dibujarte en esa gran bóveda que es la tierra tal como hicieran los pintores del Renacimiento pero con los colores de los impresionistas. Morado oscuro el pelo, de constante cambio, dependiendo del reflejo y golpe de luz sobre él. Ojos marrones cristalinos, claros y brillantes capaces de reflejar las realidades de “Las meninas” de Velázquez. Dientes marfil, sonrisa pura, pícara, juguetona. Estiloso cuerpo que perfilo en un solo golpe sin levantar el pincel con colores azules y rosados pastel. Dar movimiento a tu andar brioso, seguro, incansable aunque necesitado de una mano, de un cuerpo, de una mente que le de sustento. Al final el color se termina, el sol marcha contigo y me cubre de negro borrando mi pensamiento. Solo un dibujo puedes ser.
Tantas otras, puedo encontrarte en mis sueños que son baúl de mis recuerdos. Morfeo los baraja como naipes y abre juego a placer cada noche de las 365 que hay. Impulso y vocación de mis imaginaciones eres. En ellas te haces dueña única de mi ensueño, te me revelas en él, me hablas y te escucho, me acaricias y de gallina se me pone el bello. En ese instante hay tanta fuerza y comunión que se rompe la barrera de lo real, del espacio tiempo, de la ciencia y la lógica. Los pilares del mundo se caen y suspendidos en el aire quedamos, todo podemos hacer pues no hay regla, ni dique, ni ley, ni convención, ni educación, ni sociedad que nos impida compartirnos, dañarnos o definitivamente aunarnos. Mirarte más allá de tu mirada, olerte más allá de tu fragancia, tocarte más allá del sentido del tacto. Saborear ese instante conocedor de que tiene inicio y final, y que cada momento te acerca a éste invariablemente; pero también lo hace único, irrepetible, diferente. Al final, el sin sabor de despertarme al instante, entreabro un ojo, después el otro. Pasar de la cercanía del sueño en la oscuridad, a la lejanía que refleja la luz que muestra la realidad. Solo un sueño puedes ser.
¡Pero que sueño, que dibujo, que cuento! En todos ellos, por poco tiempo que sea, por poco que se mantenga, por vaporoso o imaginario que sea, te tengo a voluntad. Capto tus colores, tus reflejos, tus sueños, tus sombras, tus luces, tus letras y pensamientos. En mis delirios te puedo leer, dibujar y soñar… hacerte y escucharte reír.