domingo, 31 de octubre de 2010

Reflexiones desde una silla: el inmigrante.


Comienzo a crear cierta conciencia de inmigrante, al fin y al cabo ya llevo fuera de mi país algo más de un año y aunque es poco para muchos, es mucho para alguien que nunca había estado fuera de casa más de tres semanas y siempre de vacaciones. Hace unas semanas me di cuenta de que estaba firmando contratos por un año, por dos años, trabajando diariamente y ampliando alumnos, comprando cosas, pensando en decorar mi habitación, en sacarme el carné de conducir, en si podré votar a Obama en 2012 y demás y me dije: ¡coño! esto ya no es una simple aventura de un año, comienza a ser algo más. Puedo asegurar que todo inmigrante piensa en su país y aunque emigremos siempre tenemos como meta, sueño, idea o pensamiento el volver a él. Para todos aquellos que le quitan importancia a la tierra, la patria o la nación aquí les dejo mi opinión: gilipolleces, hay pocas cosas que tiren más que el suelo donde te has criado.
No sé cuanto durara esto, pienso en ello a veces, me marco metas, proyecto y empresas para dentro de cinco o diez años fantaseando desde el sofá de mi casa. Y mientras hago esto siento una inseguridad total por lo que me pueda pasar pasado mañana, suena contradictorio pero es así, hay un alto grado de estrés. ¿Y por qué?, podrá pensar el lector. Bien, la perogrullada de, nunca es fácil empezar de nuevo es la primera respuesta que puedo dar, pero a esta la siguen muchas otras. Tiene cierto componente de estrés el salir de casa a diario a un mundo que, aunque no totalmente desconocido si lo es en gran parte. El idioma es un alto muro que escalar a diario, aún entendiendo mucho y comunicando algo menos. Puedes decir, como el ignorante de mi hacía, que todos formamos parte de Occidente y por tanto pensamos igual, no muy señor mío. Encuentro al americano muy hermético, indescifrable en muchas de sus cosas y nunca sabes si es amable por cortesía o falsedad, posiblemente mitad y mitad, pero: ¿en que momento usa una u otra? He ahí el quid de la cuestión. El ser nuevo nunca es fácil piensa por un segundo en cuando eres nuevo en el trabajo, algo se sufre y estas en casa. Multiplícalo por un millón y tendrás la sensación del que está fuera de ella. Mi hermano me comentó un día, piensa en que “todavía no te han cogido el suficiente cariño para decir, que pena han despedido al chico nuevo que era tan simpático” pues eso no solo en lo laboral sino también en lo personal.
El inmigrante sufre el estrés de la necesidad de que lo que hace merece la pena pues sacrifica toda una antigua vida para construir una nueva. Es muy difícil que un oriundo entienda esto viviendo en su país, es algo que se aprende y se considera cuando lo vives en tus propias carnes, lo digo yo que he tenido y tengo contacto cercano con inmigrantes, ¿eso me da alguna autoridad en la materia?... Se sacrifica a los amigos, con los que has creado una amistada labrada en el tiempo y, éste con la distancia y la falta de nuevas experiencias puede terminar con ella. Leí hace unos días un relato de una inmigrante española a la que una amiga le preguntaba en una de sus visitas: ¿pero tú estabas aquí cuando paso eso? Me dio que pensar. A la familia por el contrario y este por lo menos es mi agraciado caso, no se pierde nunca, para mi es ese lugar donde puedes volver siempre con la cabeza alta o baja para que te den un beso y un abrazo. También sacrificas posibles relaciones que podrían haber sido definitivas o no, nunca lo sabrás y eso puede generar angustia y tristeza, debes tener una gran convicción y firmeza en la decisión que tomaste aunque nadie puede parar al órgano que bombea la sangre. Sacrificas tus sitios favoritos, tus lugares de confianza, tus costumbres.
Los fracasos o los malos momentos son más duros aunque algo que creo que caracteriza a todo inmigrante es saber asumirlos, y sacar una lección de la que aprender para levantarse más fuerte de lo que era cuando cayó. Más moral que el Alcoyano, sino amigo, estas perdido. También, por el contrario, los triunfos y los buenos momentos se degustan con mayor satisfacción pues todo cuesta mucho más, ha supuesto un mayor esfuerzo y riesgo. La felicidad de la consecución de un objetivo va en relación al esfuerzo realizado, consabida formula física que ya inventó la señora Experiencia.
Aún así y con todo lo anterior soy un inmigrante de suerte infinita. Tengo mi nacionalidad y por tanto el derecho a estar aquí, he conseguido un trabajo que me entusiasma y desde mi estrecha visión de antiguo mileurista está bien pagado, cosa nada difícil por otro lado. Además mi trabajo tiene perspectivas de crecimiento y mejora, cosa que genera la ilusión siempre necesaria para que el ser humano siga haciendo más cosas, mejores y más importantes. Tengo parte de mi familia aquí, una parte muy importante (que me disculpe la otra parte), que me motiva a continuar, a seguir trabajando y me da la gran mayoría de mis buenos momentos. A veces pienso que si mi familia no se hubiese mudado y yo hubiese terminado recalando en Nuevo México me estaría preguntando desde hace tiempo: ¿qué coño hago aquí?

domingo, 5 de septiembre de 2010

America will give you everything you ask for. (América te dará todo lo que le pidas)

El título de esta publicación se ha convertido en mi lema en los Estados Unidos. Es una pena que no pueda apropiarmela pues no es una de mis escasas pero brillantes ocurrencias, solo puedo hacerla mía algunas veces como es el caso. Pertenece a Don Corleone en “The Godfather” y hace menos de un año me vino a la cabeza y se me ocurrió la idea de colgarla en el muro de mi hermano mayor como forma de animarle en su búsqueda de trabajo que ya había comenzado; él estaba en los Estados Unidos y era sin duda una frase muy acertada. Hoy es lema y la recordamos con cariño, en mi mente está, incluso, hacer un letrero y colgarla a la entrada de mi casa.

Desde la cuñada que me dijo: "porque no haces Amity como hizo Jose Luis" en febrero del año pasado, hasta la cuñada que me dijo: "busca trabajo en Craigslists aquí todo el mundo lo usa", en julio de este ha pasado un año y cinco meses y, como todos sabéis mi vida ha dado un vuelco por completo. Entre medias ha habido muchos días grises y noches sin dormir, 20 kilos menos, paseos interminables por Madrid, el nacimiento de mi afición a la fotografía, la mutación del blog, fortalecimiento de los lazos con mis hermanos, muy buenos momentos con nuevos y viejos amigos y también, tristes despedidas. Son muchas las cosas ocurridas y no voy a contarlas de nuevo pues en el fondo hoy escribo para sellar esta etapa. Lo que puedo afirmar es que hoy son todo buenos recuerdos, ya conocemos la memoria humana, siempre tiende a borrar lo malo y a mantener lo bueno y yo en esto no soy distinto. Aunque ahora me he dado cuenta de que hay cambios en mi forma de ser debido a lo pasado incluso cuando miro atrás y lo primero que pienso es que fue el mejor año en muchos.

“…Temo esto último pues crece en mi la convicción de que la soledad va a ser mi acompañante en el próximo año, año y medio pues hoy me encuentro de paso y en camino...” (Julio 2009, aningunodelosanteriores)

Creo que siempre tuve la necesidad de ser inmigrante aunque nunca fui consciente de todo lo que suponía, de las muchas decisiones difíciles que hay que tomar y las cosas que hay que dejar. Las decisiones han sido y son difíciles aunque lo cierto es que la más importante y principal la tome una noche sin dormir y con la losa cegadora de no saber que iba a hacer con mi vida, el castillo se me acababa de caer completamente encima; hubo cierta inconsciencia. Pero una vez tomada la he asumido, mantenido y desarrollado hasta llegar aquí y puedo decir que se ha convertido en una de las mejores cosas que he hecho nunca. No ha sido fácil y no es sola obra mía, siempre he declarado que tuve la fortuna de estar muy bien acompañado y aconsejado. No me faltan los agradecimientos a todas esas personas, ellos saben quienes son y lo que siento por ellos.
Hoy puedo decir que me he reinventado completamente, recogí los mil pedazos del castillo y lo volví a levantar más sólido que nunca y como todo ciclo, doy por terminada esta etapa y comienzo otra, he aprendido que el sol sale todas las mañanas aunque tu no lo veas. Nunca, posiblemente me haya sentido más realizado, ni haya sido más dueño de mi vida y de las decisiones que tomo. Para alguien como yo que siempre ha llegado tarde a casi todo y ha sentido que otros factores han decidido por él es toda una satisfacción, ya no pienso en lo que podía haber hecho sino en lo que he hecho y quiero hacer. Se acabo mirar al pasado eso no trae ningún futuro. Se termino estar de paso y en camino, hoy me asiento y finalmente deshago las maletas para fijar residencia, vuelvo a independizarme. He encontrado mi sitio y ya he planeado muchas de las jornadas venideras, ya os contaré sobre ellas.

viernes, 25 de junio de 2010

Un año en palabras.

Escribo ya desde DC una vez abandonada mi estancia en Minnesota hace casi una semana. Me despido después de dejar una parte de mí allí, de saber que no ha sido un año más, que no me fui como llegue. Y quiero, antes de que esta frágil memoria humana que tengo de paso a las nieblas y lagunas en los recuerdos de este viaje poner algunos en azul sobre blanco.
Todavía se encuentra nítida en mi mente la despedida de Madrid hace casi un año, la noche anterior en la que no dormí y luego, mis hermanos, madre y amigos despidiéndome en Barajas sin saber muy bien cuando volveríamos a reunirnos. Lejos esta aquel primer momento en Estados Unidos, el corto fin de semana en Nueva York, sus días fueron grises, nublados y tristes pero sus calles y gentes imponentes y de un atractivo irrefutable. Nueva York tiene una deuda conmigo y yo con ella, debemos encontrarnos de nuevo. La primera llegada a la terminal Lindbergh en St Paul-Minneapolis, el total desconcierto, desconocimiento, extrañeza y poco entendimiento del inglés, anduve perdido varias semanas subiéndome a un coche sin saber donde iba. Al día, mi primer encuentro con los que eran extraños entonces, todos venidos del continente latinoamericano: tres colombianos, un guatemalteco y una costarricense. Ahora compañeros de viajes, fatigas, risas y experiencias, buenos amigos.
El inicio de la rutina en el colegio, en las clases de inglés, las largas conversaciones en el autobús que nos llevaba en la tarde y nos traía de noche a casa con Adriana, Manolo y Camilo. Ese tiempo nos permitió empezar a conocernos, a crear lazos. En los primeros meses: Chicago, mi tercera parada y primera prueba de fuego, tenía que saber como había evolucionado después de la experiencia en Nueva York, prueba aprobada con nota media. Recuerdo el disfrutar del turismo en soledad, de la introspección, de la libertad, una ciudad que me enamoró. La inscripción en la universidad de St Thomas y sus primeras semanas, la espera en su cafetería a que empezase la clase, el paseo por el Campus y la tienda, el café en la mano, la tensión y estrés por la espera del juego grupal que se hacia en el aula, el no entender mucho, los chistes del profesor, las risas de los estudiantes y yo, callado. No olvido la mañana de Halloween, la conversación por skipe que supuso la ruptura con mi lazo en Madrid y nuestro diario, la consecuencia: seguir el camino solo. La rutina en el colegio, sus primeros meses, mi amoldamiento al día a día. Los cines, Target y cervezas en Appelbees con mis amigos los fines de semana. Nuestras risas, historias, anécdotas y ambiciones. El éxito de mi hermano después de dos meses buscando trabajo en los Estados Unidos, la alegría de su consecución, el respeto y la admiración por su sacrificio, determinación y buen hacer. Las consecuentes navidades en Washington DC con él, culmen inmejorable a un año espectacular de crecimiento personal, la construcción y asentamiento de mi vida y mundo individual. Si José Luis, al final tenías razón, fue un gran año. La vuelta de Rachael, su apoyo incondicional en los peores momentos, su generosidad, confianza y confidencia, a la larga imprescindible, espero amiga para el resto, gracias. La vuelta al trabajo y la cercanía de mi cumpleaños, momento cada vez más difícil de asumir. Cumpleaños en Wisconsin, la cervecería LakeFront, We closed Wolskis y el black jack matinal, siempre muy bien acompañado, gracias. El email de mi hermano menor haciéndome ver sin darse cuenta de la bonita realidad que vivía, comparar el regalo ingrato y amargo de cumpleaños del 2009 y el regalo esperanzador del 2010, gracias. La sorpresa en el club de fotografía por el talento de los estudiantes, mi entusiasmo en los proyectos, la aportación en los temas, seguir profundizando en mi afición. Mi rencuentro con mi segunda tierra once años después, mi querida tía y su estimado marido, mi prima, sus amigas, El Morro de San Juan. El duro paso por cuarto grado, el aprendizaje, análisis y esfuerzo psicológico. Las clases de inglés, mi mayor fluidez y confianza hablando, la satisfacción de comunicar, los compañeros de mil partes del mundo, los certificados en reading y listening. El Springbreak, el reencuentro con mis padres, su generosidad, su cariño, su apoyo e impulso, gracias. Mi hermano, mi cuñada, mis sobris. La cercanía, las bromas, la tranquilidad, el amor sincero, la barbacoa, gracias familia. La vuelta a la realidad, Cindy y nuestras conversaciones en inglés y en español, el café, una nueva amistad. Suma de incomprensiones, de formas de ser, de expresar, de escribir y de sentir, choque cultural. Momento difícil y triste, una suma más de esta impagable experiencia. Mi hermano menor y su boda, mi querida no cuñada ahora cuñada, ambos son gran parte de mi Madrid, sus calles son recuerdo del refugio y abrigo que necesité. Los buenos amigos y excompañeros de trabajo, nuestras conversaciones, bromas, intimidades, por desgracia el viaje fue corto, rápido e insuficiente. El ver de nuevo al Gato que vive en General Haya, sus exigencias, su mirada pícara, su fuerza, nuestra imposibilidad, nada cambia. Una boda perfecta, felicidad plena, broche final del 2009 para mi hermano, aunque cinco meses después. Reunión familiar, tíos y primos, nuestra eterna complicidad, una conversación a las 8 de la mañana. La vuelta a la realidad, a Estados Unidos, a Minnesota, la recta final, quinto grado, mis aportaciones en clase, el crecimiento profesional, las secciones semanales, “hablando correctamente”, sentirme en parte como un fifthgrader más pues ambos abandonaríamos pronto Nuevas Fronteras. Las despedidas, recuerdos, promesas, bonitas palabras dichas y escritas, anécdotas, fotos, toma de conciencia del tiempo, final del año, abrazos, lágrimas, besos.
Los objetos ya son recuerdos del año que terminó, las personas ya son amigas para los venideros. Ahora Washington DC.

domingo, 11 de abril de 2010

Desear algo siempre implica un riesgo.

Ha habido más de una noche en los últimos meses que me he levantado en mitad de la madrugada completamente desubicado, desconcertado y algo sudoroso preguntándome donde me encuentro, con el miedo y angustia inicial que esto provoca. He abierto los ojos rápidamente, he levantado el tronco hasta formar un ángulo de 90º con mi cadera y he comenzado a mirar a mi alrededor esperando que el ojo se acostumbre a la oscuridad profunda de la habitación y me insinúe los perfiles de los objetos que me rodean. Con cierta conciencia busco la luz roja de los números digitales del despertador pues siempre me ayuda para volver a ubicarme en la noche.
Comienzo a pensar que lo anterior es un efecto normal causado por el hecho de que en unos 15 meses he dormido en casas, camas, habitaciones, ciudades e incluso países muy diferentes. Me he movido mucho últimamente, he comprobado empíricamente la ley que nos advierte de que una acción causa una reacción y, sin duda, el primer movimiento que hice hace año y medio ha cambiado mi vida por completo. Llevo cuatro mudanzas en el último año y tres meses y voy a por la quinta dentro de dos, eso me da una media de una residencia nueva cada cuatro meses y para hacerlo más complicado si cabe he cambiado de país, continente, lengua, clima e indudablemente de cultura.

Hice esta foto el dos de enero de este año, salía de cepillarme los dientes en la casa de mi hermano en Washington DC y, al acercarme a la habitación la puerta entornada me mostraba mis efectos personales bien ordenados y dispuestos encima de la cama para ser metidos en mi mochila. Había disfrutado de parte de las navidades con él y enseguida cierta tristeza me embargó pues llevaba tiempo con la necesidad de sentirme en casa y él, siempre consigue que me sienta en ella. Esa maleta representaba el partir y volver a terreno ajeno aunque al mismo tiempo marcaba la hora de comenzar a trabajar para conseguir uno propio.
Los que bien me conocen saben que soy de los que gusta negar en ocasiones cosas que parecen más que evidentes y demostradas aunque, la mayoría de las veces lo hago por el placer de generar debate e intercambiar ideas; defecto que me ha generado más de un sonrojo. Hoy no voy a negar la clara evidencia de que el hombre es un ser sociable y busca encontrar un asentamiento donde realizar su vida en sociedad. Yo afortunada o desafortunadamente todavía no lo he encontrado aunque, nadie me puede negar que no lo intente con ahínco. Soy consciente de que por un lado el carecer de residencia fija ofrece millones de oportunidades si las buscas, como todo en esta vida. Te da completa libertad y te permite estar abierto a tomar multitud de decisiones y cambiar tu vida en un instante o hacer de ella algo especial que nunca hubieras pensado hacer o, simplemente lo contrario. Un ejemplo claro es lo que hoy vivo y pretendo. Hace dos años hubiera tratado como a un loco a todo aquel que simplemente hubiese insinuado que lo que estoy haciendo hoy sería posible.
Una vez dicho esto, también es cierto que cuando estas en esta situación debes lidiar con el sentimiento de soledad que genera la incertidumbre de no saber donde estarás mañana, saber que estas de paso, no tener una visión de cierta permanencia, momento de despedida constante. Hay miedo a tomar decisiones que te alejen de todo lo que has conocido hasta ahora o, la sensación, poco tranquilizadora, de no tener ninguna propiedad palpable todavía.
Son muchas las sensaciones y sentimientos que albergo, sin duda unos días me fascinan y motivan y otros me generan angustia y temor. Son pocos los términos medios, los grises o los caminos del medio existentes en mi vida a día de hoy. Como hace un año sigo sintiendo todo con una fuerza exagerada e inusitada, me sigo emocionando por millones de cosas tanto pequeñas como gigantescas, no puedo evitar en ocasiones derramar alguna lágrima o dibujar la sonrisa del que sabe que algo increíble le espera a la vuelta de la esquina. No sé si soy extremadamente frágil y vulnerable o capaz de empresas gigantes e inabarcables: ¿coloso o liliputiense? … posiblemente ninguno. La idea de que nunca he demostrado gran cosa o que, no tengo todo aquello que pensaba que tendría a esta altura del camino muchas veces me entristece aunque nunca me derriba. También, comienzo a darme cuenta de que puedo hacer algo especial e inimaginable y la vida me esta dando esa oportunidad, una vez más, es mi decisión ir a por ello si lo deseo.
Desear algo siempre implica un riesgo.

lunes, 22 de febrero de 2010

Azul.

Azules son tus ojos,
Azules como el planeta tierra visto desde el espacio. El astronauta sentado disfruta de ella, fortuna de pocos piensa. Ignorante al no saber que tanta belleza se puede encontrar en la tierra, que hay finura semejante al alcance de cualquiera. Ingenuo él que se cree privilegiado al observar una, aquí colmados vemos dos.
Azul cristalino. Transparentes como el mar Caribe. Cada pupila es una isla deshabitada a la espera de su naufrago ¡Qué fortuna para el que naufraga en ellos! ¡Qué gozo para aquel que se sienta sabedor de no abandonarlos! ¡Qué demencia absoluta desear lo contrario!
Azul cielo. En el se siente uno al observarlos. Hay un deseo, recorrerlos lentamente navegando tumbado en una nube, parar en cada estrella que los hace centellear. No ser nunca su chubasco, abrir el cielo para iluminarlos.
Azul claro mañana. Despertarse con ellos. Ser la primera imagen que ves y reflejan una vez abiertos. No imagino un espejo más cálido que observar, ni por el que ser manifestado. El único maitines deseado, una ensoñación aun despertado.
Azul oscuro noche. Placer de unos pocos haber dormido con ellos. Verlos en el momento del relajo. No existe el frío delante de ellos. Inspiración de sueños, fiebre de deseos. Que perdida de tiempo contemplarlos cerrados, como la noche en blanco, que se mantengan abiertos.
Preso esta el que cae en ellos, recuerdo inolvidable para el se para y los ve, angustia son por no poder olvidarlos, serenidad ofrecen al retomarlos. Envidia de los felinos son, estudio para ópticos, el cielo en la tierra, el mar del océano, el faro para el perdido que los esta buscando.
Mi aspiración es ser los parpados que los dan descanso, la lágrima que los inunda, el brillo que los hacen pícaros, la luz que los iluminan, la persona que andan buscando, el beso que los cierra, la luz que los encoge, la oscuridad que los dilata... Su reflejo cotidiano.

martes, 12 de enero de 2010

Impulso.

Si cada letra que escribo es una lágrima.
Si cada palabra es un sentimiento.
Si cada oración que consigo terminar con éxito es una forma de expresarme.
Si el expresarme es clamar al cielo que existo.
Si existir es vivir, sentir, llorar y aprender.
Si no hay existencia sin alegría ni dolor.
Si puedo hacer del dolor algo que merezca la pena.
Si ser feliz es un estado puntual y por tanto sigo en estado normal.
Si lo normal es todo aquello que nos impide ser diferentes y, ser diferentes es cada vez más complicado.
Si todo ha sido inventado entonces, lo inventado ya existe y, lo que existe es mortal.
Si ser mortal es una forma de empezar algo sabiendo que se va a acabar.
Si esto nos da miedo y, el miedo puede ayudar o impedir.
Si el ayudar debe ser un deber moral y el impedir un freno estropeado.
Si el vivir me desgasta y al mismo tiempo me crea.
Si cuando creo en algo lo siento y el sentir puede gastarte por dentro y a la vez salirte de adentro.
Si el salir me permite confrontarme y reflejarme.
Si el reflejarme nos da miedo pues nos dice quienes somos.
Si el confrontarme puede sacar lo peor que tenemos en el alma.
Si el ser y estar pueden estar separados y a la misma vez unidos.
Si lo primero es ser y estar y lo último no siendo y estando.
Estate, pues es necesidad; sé pues es vivir.
Vivir no es siempre fácil y nadie te dijó que lo sería; que vivir de forma fácil es perderse en esta estadía.
Porque buscar simetrías si eso solo nos asemeja.
Si el impulso es prueba que me diferencia, lo escrito de que siento, el blog de que estoy y, espero que tu des fé...que yo soy.