Comienzo a pensar que lo anterior es un efecto normal causado por el hecho de que en unos 15 meses he dormido en casas, camas, habitaciones, ciudades e incluso países muy diferentes. Me he movido mucho últimamente, he comprobado empíricamente la ley que nos advierte de que una acción causa una reacción y, sin duda, el primer movimiento que hice hace año y medio ha cambiado mi vida por completo. Llevo cuatro mudanzas en el último año y tres meses y voy a por la quinta dentro de dos, eso me da una media de una residencia nueva cada cuatro meses y para hacerlo más complicado si cabe he cambiado de país, continente, lengua, clima e indudablemente de cultura.
Hice esta foto el dos de enero de este año, salía de cepillarme los dientes en la casa de mi hermano en Washington DC y, al acercarme a la habitación la puerta entornada me mostraba mis efectos personales bien ordenados y dispuestos encima de la cama para ser metidos en mi mochila. Había disfrutado de parte de las navidades con él y enseguida cierta tristeza me embargó pues llevaba tiempo con la necesidad de sentirme en casa y él, siempre consigue que me sienta en ella. Esa maleta representaba el partir y volver a terreno ajeno aunque al mismo tiempo marcaba la hora de comenzar a trabajar para conseguir uno propio.
Son muchas las sensaciones y sentimientos que albergo, sin duda unos días me fascinan y motivan y otros me generan angustia y temor. Son pocos los términos medios, los grises o los caminos del medio existentes en mi vida a día de hoy. Como hace un año sigo sintiendo todo con una fuerza exagerada e inusitada, me sigo emocionando por millones de cosas tanto pequeñas como gigantescas, no puedo evitar en ocasiones derramar alguna lágrima o dibujar la sonrisa del que sabe que algo increíble le espera a la vuelta de la esquina. No sé si soy extremadamente frágil y vulnerable o capaz de empresas gigantes e inabarcables: ¿coloso o liliputiense? … posiblemente ninguno. La idea de que nunca he demostrado gran cosa o que, no tengo todo aquello que pensaba que tendría a esta altura del camino muchas veces me entristece aunque nunca me derriba. También, comienzo a darme cuenta de que puedo hacer algo especial e inimaginable y la vida me esta dando esa oportunidad, una vez más, es mi decisión ir a por ello si lo deseo.