lunes, 22 de febrero de 2010

Azul.

Azules son tus ojos,
Azules como el planeta tierra visto desde el espacio. El astronauta sentado disfruta de ella, fortuna de pocos piensa. Ignorante al no saber que tanta belleza se puede encontrar en la tierra, que hay finura semejante al alcance de cualquiera. Ingenuo él que se cree privilegiado al observar una, aquí colmados vemos dos.
Azul cristalino. Transparentes como el mar Caribe. Cada pupila es una isla deshabitada a la espera de su naufrago ¡Qué fortuna para el que naufraga en ellos! ¡Qué gozo para aquel que se sienta sabedor de no abandonarlos! ¡Qué demencia absoluta desear lo contrario!
Azul cielo. En el se siente uno al observarlos. Hay un deseo, recorrerlos lentamente navegando tumbado en una nube, parar en cada estrella que los hace centellear. No ser nunca su chubasco, abrir el cielo para iluminarlos.
Azul claro mañana. Despertarse con ellos. Ser la primera imagen que ves y reflejan una vez abiertos. No imagino un espejo más cálido que observar, ni por el que ser manifestado. El único maitines deseado, una ensoñación aun despertado.
Azul oscuro noche. Placer de unos pocos haber dormido con ellos. Verlos en el momento del relajo. No existe el frío delante de ellos. Inspiración de sueños, fiebre de deseos. Que perdida de tiempo contemplarlos cerrados, como la noche en blanco, que se mantengan abiertos.
Preso esta el que cae en ellos, recuerdo inolvidable para el se para y los ve, angustia son por no poder olvidarlos, serenidad ofrecen al retomarlos. Envidia de los felinos son, estudio para ópticos, el cielo en la tierra, el mar del océano, el faro para el perdido que los esta buscando.
Mi aspiración es ser los parpados que los dan descanso, la lágrima que los inunda, el brillo que los hacen pícaros, la luz que los iluminan, la persona que andan buscando, el beso que los cierra, la luz que los encoge, la oscuridad que los dilata... Su reflejo cotidiano.