martes, 25 de marzo de 2008

Sobre el PP después de las elecciones.

El PP fue el perdedor de las elecciones del 9M. Es cierto que se pueden sacar lecturas positivas como las que los periodistas afines ya se encargan de hacer, como adjetivar la derrota de dulce. La verdad es que la “dulce derrota” no permite gobernar por muy dulce que sea y que el PP necesita todavía un millón de votos más para poder gobernar. Ahora toca reflexión, la situación de esta derrota dista mucho de los ánimos caldeados que se dieron durante los aciagos cuatro días que van del 11 al 14M de hace cuatro años. Poco se movió en el PP después de esa derrota, se achaco al atentado y se tuvo confianza en un equipo que mostraba inmovilismo, que hipotecaba su credibilidad en algunos políticos y debilitaba posturas y propuestas futuras.

Ya se ha dado el primer movimiento, Rajoy desea intentarlo una tercera vez y ha convocado un Congreso donde se abrirá un proceso de candidaturas para las lejanas elecciones de 2012. Rajoy justifica su obstinación o perseverancia comparándose con González y a Aznar; lo siento Mariano pero sólo tus más fieles seguidores repetirán esta comparación para justificar éste paso.

Dicen unos que Rajoy a hecho bien en presentarse, ya que esta dispuesto a formar un equipo nuevo que sustituya al antiguo. Otros aseguran que no debería haberse presentado una vez más y que lo mejor es dejar paso. Yo soy de la segunda opinión.

La primera se considera buena porque da estabilidad al partido y al mismo tiempo genera una nueva esperanza para un proyecto político renovado, que aunque encabezado por la misma persona promete incorporar nuevas. En un principio el partido se ha echado en bloque a defender ésta opción; no se si, por una lealtad mal entendida, una falta de visión de futuro, una creencia firme en que éste es el mejor y único candidato para presentar cara al PSOE o una tradicional creencia de la derecha de que es mejor el reformismo que un cambio profundo. Muchos de los que defienden ésta opción hablan de que si se da un proceso limpio y abierto de elecciones internas en el PP los puñales y el caos gobernarían a éste partido durante los meses previos a la celebración del Congreso. El PP de hoy es un partido firme, estable y con una base electoral muy potente para considerar que un debate abierto podría generar daños estructurales en el partido; las diferencias no son tan profundas.

La necesidad de un cambio y de nuevas caras en primera línea es muy necesaria; y en mi opinión no debe primarse a lo nuevo por ser simplemente nuevo, pero cualquier ciudadano sabe que un cambio de nombres en la primera línea del PP va a ser positivo y muy bien acogido tanto por la izquierda como por la derecha electoral. Rajoy nunca me entusiasmo como líder, aunque lo considere mejor que Zapatero y me parezca, como ya todo el mundo dice, un gran parlamentario; y parece que a muchos otros tampoco les entusiasma, Rajoy dice que ha subido en votos, que no se equivoque, los votos, en su gran mayoría pertenecen al partido, no a él. Considero que Rajoy ha cubierto una etapa que ha terminado, que podría incluso estar en el equipo de otro, pero no encabezarlo.

Hemos vivido cuatro años largos, intensos y duros de enfrentamiento constante, lineal y uniforme de los dos grandes líderes, hasta llegar a un punto que los dos no se tienen mucho aprecio por no decir lo contrario. Una nueva etapa en la vida política de España es necesaria, se necesitaba que el perdedor de las elecciones dejase su puesto para que las fuertes discusiones vividas, si no se olvidan si se puedan dejar atrás y conseguir un mejor contexto para alcanzar acuerdos.

Un problema que se le presenta al PP, si de verdad desea abrir un proceso interno de elecciones es que la alternativa a Rajoy debe encontrarse en las listas electorales, el que no este en éstas no puede ser candidato o cuanto menos lo tiene muy complicado, ya que la oposición se realiza desde el escaño del Parlamento, lo que hace de la frase de que se presente quien quiera algo limitada. Otro problema para presentar una candidatura nueva es el simple hecho de que Rajoy hace mucha sombra y ha recibido ya el apoyo de los líderes regionales de mayor peso.

Me provocaría una gran pena que el PP perdiese la oportunidad de presentar a la ciudadanía un Congreso donde varios políticos presentaran sus proyectos para impulsar al partido a la presidencia en las elecciones de dentro de cuatro años y no un Congreso donde se proporcionaría una ovación cerrada y ciega al candidato que ha perdido las elecciones generales. Ya que Rajoy ha decidido presentarse debería, cuanto menos, reflexionar sobre la necesidad de incentivar o animar a que se presenten otras candidaturas; sería bueno para el partido y si gana, sería bueno para él.