sábado, 18 de octubre de 2008

De Estados Unidos a España.

Que gran democracia la norteamericana es la sensación que me provoca el tercer y último debate Obama MacCain. El echo que más ha llamado mi atención es la mentalidad política norteamericana que me han transmitido los dos candidatos, una expresión singular y diferente de entender y practicar la democracia. Un hecho muy concreto pero definitorio para calificar el grado de calidad democrática es el nivel de libertad individual de la que dispone el representante en su expresión, acción y pensamiento, y como éste irradia todo el sistema cambiándolo por completo. Es un buen momento para que consideremos la importancia de la libertad del representante, sus consecuencias y compararlo con la situación española que constitucionalmente tiene mandato de votar en conciencia y primando el interés nacional por encima de partido, asociación o acuerdo. La actualidad política española nos ofrece numerosos ejemplos: ésta semana se ha debatido y votado el Estatuto Castillomanchego en el Parlamento, echo que ha pasado casi desapercibido debido a la crisis financiera mundial y que sigue ahondando en los errores de los anteriores. Dos diputados del PP por Murcia saltándose la disciplina de partido han votado en contra debido a que la ley trata el trasvase echo que perjudica los intereses de su comunidad; éstos dos diputados han denunciado las presiones que han sufrido antes de la votación y la sanción económica recibida que estipula el estatuto interno del partido por transfugismo. Esta es una práctica muy normal en España, el partido esta por encima de cualquier interés, incluso el del votante. Por el contrario y muy de mi gusto en el definitivo tercer debate, MacCain desafió al candidato demócrata a que dijese cuantas veces se a opuesto a la cúpula dirigente del partido en sus votaciones en la Cámara, como muestra definitoria de la independencia, fortaleza, personalidad y valentía frente a su partido; que republicanísmo tan digno aquel que antepone los intereses de la nación frente a cualquier otro tipo de interés particular o privado y lo asume como principio político. Intereses nacionales frente a intereses particulares o de partido; libertad, independencia e individualidad todos principios del liberalismo democrático que impregna la teoría norteamericana y que tanto la aleja de la europea. Otro ejemplo sería la ya resuelta negociación de los Presupuestos Generales del Estado en España que una vez más nos muestra como una parte se beneficia por encima del todo. El bipartidismo imperfecto que se da en España hace que en ausencia de mayoría absoluta el ejecutivo se apoye en partidos creados para anteponer intereses regionales a los nacionales. Y teniendo en cuenta que no todas las regiones se encuentran representadas de la misma manera y con las mismas posibilidades el sistema genera que unas comunidades en concreto se encuentren hiper representadas y alcancen mayor número de acuerdos beneficiosos para su comunidad inclinando la balanza a su favor en comparación con otras comunidades año a año. Esta situación se agrava al sumarle una rivalidad obtusa y borreguil con falta de sentido republicano de grandeza de Estado, con el que me siento tan identificado, de los dos grandes partidos que no les permite aliarse ni en estos tiempos en los que se necesita más que nunca una idea nacional para afrontar la crisis y los retos que esta nos depara. Unos por separarse todo lo que puedan de una derecha a la que consideran fuente de todos los males, corrupciones y vilezas nacionales; y los otros por que consideran que los que deberían gobernar son ellos por inutilidad e incapacidad del que lo hace.

Nos falta libertad democrática en el mismo Parlamento aunque no es un hecho que preocupe a los partidos a día de hoy, al contrario se encuentran muy cómodos y me inclino a pensar que si pudiesen ejercer mayor poder lo harían, nos vemos abocados cada vez más a una partidocracia. Y el electorado que sería el verdadero beneficiado de está libertad ni le preocupa, posiblemente por desconocimiento y desinterés ya que ha sido llevado a la idea de una democracia militante poco crítica con los propios y destructiva con los ajenos. Otro gran y determinante problema de la democracia española es la falta de una idea de nación fuerte, definida y compartida; considerado para muchos como una nimiedad inane pero que tiene un gran peso e impacto en lo político y lo social. Una idea de nación que nos permita creer que el pueblo español también puede ser una gran nación igual que aquellas a las que siempre nos comparamos aunque no siempre de una forma ni muy acertada ni muy justa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El modelo USA funciona. 50 estados y un distrito federal, sin olvidar los territorios dependientes de Las Antillas y Oceanía. 3oo millones de habitantes de variado origen, culturalmente amtitéticos, pero perfectamente organizados en un sistema político que garantiza fundamentalmente la participación del mayor espectro de población posible en la mayoría de las decisiones que configuran la estructura del escenario más próximo para alcanzar el ideal del "Buen Gobierno". En USA la Democracia es un valor vinculado a su propio origen. Existe una cultura del ideal democrático, como existió, próspera, hace 25oo años en aquella dorada y culta Atenas. Es una realidad contemporánea en esta nueva Arcadia, en esta Gran Nación de ciudadanos libres como aquellos helenos, de la Historia y de la Herencia de otros que fueron, pero que siempre estan pendientes.

Pacovski
Atravesando Monentos de Crisis de Identidad Política

Anónimo dijo...

"Nuestra política no copia las leyes de los países vecinos, sino que somos la imagen que otros imitan. Se llama democracia, porque no sólo unos pocos sino unos muchos pueden gobernar. Si observamos las leyes, aportan justicia por igual a todos en sus disputas privadas; por el nivel social, el avance en la vida pública depende de la reputación y la capacidad, no estando permitido que las consideraciones de clase interfieran con el mérito. Tampoco la pobreza interfiere, puesto que si un hombre puede servir al estado, no se le rechaza por la oscuridad de su condición."

Discurso fúnebre de Pericles tal y como lo recogió Tucídides, (II, 37

Hermoso y Perfecto
Pacovski