sábado, 16 de febrero de 2008

Sobre la política territorial.

Leyendo a Karl Haushofer me resulto familiar el problema que observa en su Alemania de 1934, sin significar esto que se puede realizar una comparación con la España actual aunque si creo poder sacar ésta observación concreta. Haushofer escribe lo siguiente en su observación de que Alemania se ha ido dividiendo en tres (los llanos del noreste alemán, el valle del Rhin y la cuenca del Danubio), regiones que tienen tres visiones del espacio diferentes y que en ocasiones se encuentran en pugna:

“Cualquiera que recorriese hoy nuestro suelo en todas direcciones…podrá conocer la amarga verdad: los alemanes no han llegado a actuar en íntima unión, sino que más bien se han distanciado más entre sí.” (“Alemania puede recuperar su espacio vital”)

Sobre las diferencias territoriales e institucionales se ha hablado mucho a lo largo de la legislatura, aunque realmente el problema de lo que algunos de forma dramática llama balcanización de España y otros ignorando u obviando el problema llaman la España plural, no nace con la legislatura Zapatero sino que procede de las necesidades que hubo en la transición para posibilitar un acuerdo que satisficiera a todos e integrase a todos. Treinta años después de la aprobación de la Constitución encontramos que el proceso de la transición en este apartado no fue tan satisfactorio como se dice.

Poner en duda lo beneficioso que fue la transición sería una osadía y un despropósito; la transición fue un gran éxito donde la gran mayoría de los españoles salieron ganando, una vez dicho esto, no creo que se la deba santificar tanto. La transición necesitaba un gran consenso, una gran aprobación y un pacto integrador para que su legitimidad no pudiese ser cuestionada. Gracias a esa integración, participación, integración y al Rey la Constitución y la democracia aguantaron el envite el 23F de 1981.

La creación de las Comunidades Autónomas ha supuesto un gran avance en la igualdad material interregional y un fuerte crecimiento económico. Los nacionalismos pidieron la descentralización como única forma de que se pudiesen acomodar dentro de la nación española y la Constitución, aunque algunos no la votaron. Esto que supuso un gran sacrificio para algunos, también era una buena forma de integrar a los nacionalistas dándoles una mayor participación, actuación y decisión en los temas nacionales y autonómicos. Sin embargo, los nacionalismos han visto en esto una oportunidad de crear más Cataluña, más País Vasco o más Galicia en vez de crear más España.

Treinta años después vemos como la ley electoral beneficia de forma injusta a los partidos de las comunidades nacionalistas. Los partidos nacionalistas han sabido esperar a tener una cada vez mayor importancia dentro de la política nacional y un mayor apoyo a nivel regional para poder presionar desde una posición de poder. El modelo electoral que tenemos en España, basado en el bipartidismo imperfecto, genera la necesidad de crear coaliciones si no se obtiene mayoría absoluta y lo igualado del número de votantes de los dos grandes partidos genera incluso dependencia de los nacionalistas agravando más el problema, ya que éstos cada vez son más conscientes de su posición. El problema no es la necesidad de las coaliciones claro ésta, ni en lo decisivo de éstas, sino que los partidos con los que el PP o PSOE pueden coaligarse son los nacionalistas que tienen poca vocación nacional. La traducción de votos a escaños beneficia a las CCAA de carácter nacionalista por encima de los que lo hacen a nivel nacional, retirando a éstos fuera del parlamento, o dejándolos dentro de forma marginal.

Tanto la ley electoral como la existencia de partidos centrífugos participando en la vida pública nacional son perjudiciales para España, la primera por discriminatoria e injusta y el otro por la infinita e ilimitada demanda particularista. Que los nacionalismo existan en España es al parecer inevitable y en cierta manera un drama crónico e histórico, no se les debe prohibir la participación dentro de la democracia siempre que sus convicciones y actuaciones sean democráticas pero la ley electoral si se puede cambiar y se debe cambiar; aunque por ser orgánica debe tener el consenso mayoritario de los tres cuartas partes de la Cámara de los Diputados obligando a un pacto entre los dos partidos mayoritarios, cosa que a día de hoy parece imposible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

..."lo que algunos de forma dramática llaman balcanización de España y otros ignorando u obviando el problema llaman la España plural...".

( otros..llaman la España plural). En realidad la pluralidad de España se reconoce en su Constitución de 1978 y en la Ley de Autonomias. Es un derecho que reconoce y legitima las diferencias o "hecho diferencial" entre las diversas regiones historico-culturales de España. La "pluralidad" no es pues sólo una voz de nuestro léxico, es un término jurídicamente vinculante que obliga a todos los ciudadanos. Sobre el desarollo de la voz "balcanización" caben otras consideraciones. Todas fuera de un contexto juridico-formal. En rigor y en este contexto el actual Gobierno de España ni ha "ignorado" ni "obviado" la práctica de politicas en materia de ordenación tradicional. Al contrario, el presidente del Ejecutivo, ha apostado firmemente por la actualización de los Regimenes Estatutarios de las diversas Autonomías, promoviendo reformas, en algunos casos (Comunidad Valenciana, Junta de Andalucia...)con el voto a favor de la Oposición.