lunes, 3 de diciembre de 2007

Sobre el referéndum en Venezuela.

Hace tres años mi universidad (UCM Políticas y Sociología) tuvo el honor de recibir la visita de Chávez; como no podía ser de otra manera el salón de actos se quedo muy muy pequeño y hubo que conectar altavoces por los pasillos para que los alumnos que no podían entrar en el salón de actos pudiesen, por lo menos, oír la intervención. El Chávez que vino a dar la conferencia todavía no se había mostrado como le venimos viendo desde hace mucho; Chávez no vino con la imagen del dictador populista con la que la gran mayoría le ve ahora, sino como un jefe de Estado más elegido democráticamente. Mi opinión sobre él nunca fue buena, este tipo de personaje de claros tintes totalitarios nunca me han gustado por mucho que su acceso al poder se haya dado por medio de las urnas; sus formas y su manera de hacer política no son ejemplos de una persona con una profunda convicción democrática; además le precede el golpe de Estado fallido que dio en el 92.

Ahora Chávez ha propuesto, para el 2 de diciembre, un referéndum para reformar 69 artículos de la Constitución y de esta manera seguir implantando la revolución bolivariana. Ésta modificación pretende dar más poder al presidente, perpetuarlo en el poder, abolir la propiedad privada e incluso reclamar territorio a Colombia. Las pretensiones del gorila rojo ahora se ven nítidas y cristalinas, la victoria o la derrota en el referéndum van a llevar a Venezuela a la conversión de un Estado comunista a imagen y semejanza de Cuba.

Podemos convenir todos que Chávez no es un persona que acepte que le contradigan o le nieguen nada, él no se anda por las ramas: “…estas a favor del socialismo o contra el socialismo, estas con Chávez o contra Chávez.” son palabras del mismo Chávez en uno de los mítines que ha dado a favor del Sí para la reforma. Chávez es un personaje peligroso, y con la reforma de la Constitución lo será más. Su revolución bolivariana no va a afectar sólo a Venezuela, el proyecto bolivariano chavista pasa por ampliar su esfera de influencia en Iberoamérica y la desestabilización interna de los países, usar el petróleo como instrumento de fuerza, apoyar e influir en la creación de estados comunistas por el continente y comenzar un proyecto nuclear siguiendo a Irán.

España tendría algo que decir a todo esto más allá de la simple defensa de los intereses económicos de nuestras empresas que con la revolución bolivariana se ven afectadas. España y el continente iberoamericano son mucho más que naciones cooperando para conseguir más prosperidad, son parte de una misma cultura, de un mismo idioma, compartimos mismo destino durante más de tres siglos, somos ejemplo en desarrollo político, social y económico; Iberoamérica hace universal España y lo español, y por ello, nuestra colaboración y nuestra ayuda debe sobre pasar lo económico y conformar un compromiso para alcanzar un mayor nivel democrático en la región condenando y luchando contra todo aquel que quiera romper el camino democrático que los mismos iberoamericanos decidieron construir desde finales de los ochenta.

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